Se han ido a otro lugar. Los marcos cerrados de las paredes del piso. Los diez minutos
de sol al mediodía, los cuadros que moviste siete veces de sitio para acabar colocándolos
de nuevo en el lugar original. Las recetas repetidas, perfeccionadas y compartidas.
La idea de adoptar un perro, un gato, o una excusa para salir a esos lugares por los que
hoy caminamos. Y te has dejado el reloj.
Te han abandonado las ganas de medir el tiempo, de aprovechar el tiempo.
El libro que está contigo no tienes que leerlo. Al agua no es obligatorio ir.
Y si te llama un sueño te vas con él. Tranquila.